La función básica y principal de un lenguaje es la comunicación. El lenguaje es la herramienta que los seres humanos utilizan para satisfacer la necesidad imperiosa de comunicarse. Todos los lenguajes del mundo sin excepción alguna articulan un sistema de comunicación que permite concretar e intercambiar mensajes. Aunque la diversidad de las múltiples soluciones establecidas por los diferentes lenguajes pueda aparentar lo contrario, esto no sucede. Se van a describir las diferentes funciones que todo lenguaje cumple y, por lo tanto, se van a explorar reglas que se dan por supuestas, pero sobre las que raramente se reflexiona. Por ejemplo, si se dice: «HOMBRE»
El vocablo HOMBRE está sin determinar, HOMBRE es un concepto abstracto.
A pesar de todo si realizamos su tabla de categoría veríamos lo llena que está de información. Todo ello dentro de un determinado contexto.
concepto +
existencia | tema |
género | comentario |
número | comentario |
género | comentario |
concreción | comentario |
animación | comentario |
En un contexto el tema sería el género, en otro que es un objeto animado, etc. En un contexto histórico, al referirnos al hombre del siglo XVI no tendría género, etc.
Si se quiere pasar de la abstracción a un mensaje se han de utilizar referencias concretas, es decir, marcas individuales que singularicen el concepto abstracto HOMBRE, v.g EL hombre.
Ya se ha pasado de la primera abstracción a una entidad ya identificada que, lógicamente, necesita posteriores marcas que nos lo identifiquen aún más: que nos lo relacionen, que nos lo cualifiquen, que nos lo cuantifiquen hasta conseguir, si se desea, una determinación completa.
Si se dice «hombres» se consigue una primera determinación (en la jerarquía de comentarios, el numero ocupa el lugar principal). Un grado superior de determinación se consigue si se le añade un identificador «los hombres». El siguiente grado se obtiene con un cuantificador «los tres hombres».
Otros idiomas lo harán de otra forma, pero siempre tendrán que tener: identificación, relación, etc.
IDENTIFICACIÓN (EL ARTICULO)
Todos los lenguajes del mundo identifican el actor y el objeto en torno a los cuales se articulan los mensajes y la comunicación. Por ejemplo, en castellano los artículos, tanto determinados como indeterminados: un hombre, los hombres. La distinción entre ambos viene marcada por el grado de identificación.
El artículo es la marca que, situada delante del nombre, sirve para indicar si el objeto designado por éste es conocido o no. Su valencia principal es la identificación y según el grado de identificación que aporte podemos clasificarlos en determinados o indeterminados.
LA RELACIÓN (ADJETIVOS DEMOSTRATIVOS, PERSONALES Y POSESIVOS)
Al igual que todos los idiomas de un modo o de otro han de identificar a los elementos del discurso comunicativo, también han de relacionarlos. Es decir, mostrar el lugar que ocupan en dicho discurso. Esta relación puede ser demostrativa, personal de existencia, personal posesivo, personal local.
La relación demostrativa sitúa a un elemento en función de la proximidad o lejanía que ocupa, es decir concreta o limita la significación o extensión del nombre estableciendo una relación de espacio.
Esta función, realizada con el adjetivo demostrativo, aunque se realice de un modo diferente en los distintos idiomas, todos tienen en común el establecer la dimensión espacial, comúnmente en dos o tres grados:
– dos grados: inglés, alemán, francés, húngaro, ruso.
– tres grados: español, latín, griego antiguo, italiano, armenio, turco.
Vemos como en la tabla de valencias del adjetivo demostrativo el comentario principal es la localización espacial, la cualidad que intenta mostrar adjetivo es una cualidad espacial.
concepto +
existencia | comentario |
cualidad | tema |
género | comentario |
localización | comentario |
Vemos como en este caso el comentario principal es la valencia de la localización que puede fácilmente convertirse en el tema.
La relación personal posesiva, como función de la relación conecta los elementos del discurso con los sujetos o personas, indicando su relación de propiedad respecto de la persona que habla, de la que escucha, o de una tercera persona de quien se habla. Esta función, en todos los lenguajes, se realiza mediante el adjetivo posesivo.
El adjetivo hace referencia a una cualidad del nombre al que acompaña, determinándole y cualificándole (v.g. montaña bella), o añadiéndole un significado preciso a un nombre (v.g. montaña nevada), o indicando un número o expresando un orden (v.g. dos montañas) y una sucesión. El adjetivo posesivo hace referencia a la cualidad de propiedad con respecto a las personas integradas en la comunicación.
Como curiosidad en chino, el posesivo se hace con la postposición «de», curiosamente igual que en los idiomas europeos en la que es preposición. En japonés el posesivo locativo es la postposición «de» también, y no así el personal.
En chino wo de shu (yo/de/libro) = el libro mío.
Wo péngyoo de shu (yo/amigo/de/libro) = el libro de mi amigo.
En japonés, watashi no hon (yo/de/libro) = el libro mío.
LA CUALIFICACIÓN (ADJETIVOS CALIFICATIVOS)
Si digo perro, nos referimos a un animal. Si digo perro negro se habla de un perro precisamente de este color. La palabra negro es un adjetivo calificativo que de alguna manera precisa o limita el significado del nombre perro.
Esta función, de determinación, se realiza mediante la subfunción de la cualificación, que consiste en dar una propiedad relevante al discurso, es decir, añade cualidades (v.g. perro blanco). Se suele realizar mediante el adjetivo calificativo, que atribuye propiedades que limitan o precisan a los elementos protagonistas de la comunicación, su valencia principal es la cualificación.
Generalmente se suele hablar de cualificación nominal (v.g casa grande, caballo veloz) y de cualificación proposicional (v.g. la casa que está en el monte es de Pedro) pero este estudio se limitará a la nominal, porque ambas cumplen, de distinto modo, la misma función y siguiendo nuestra norma básica, la explicación de la complejidad por la sencillez, se tiene que explicar únicamente la que expresa de un modo más claro el contenido de esta función, la cualificación nominal.
En la cualificación nominal lo más normal es poner el adjetivo delante del nombre, v.g. en chino, inglés, alemán, ruso. En árabe clásico, sin embargo, el adjetivo se coloca detrás del nombre. En francés, español el orden normal es detrás, aunque puede cambiar alterando el significado (v.g un viejo amigo, es distinto de un amigo viejo).
Se pueden distinguir tres grados de significación del adjetivo: positivo, cuando expresa una cualidad (rojo); comparativo, cuando expresa el grado de esta cualidad en relación con un segundo término (más rojo), y cuando expresa cualidad en grado extremo (rojísimo).
LA CUALIFICACIÓN (PLURALES, CUANTIFICADORES)
Con esta función lo que se pretende es indicar la cantidad de cosas o entidades que toman parte o a las que se refiere el discurso, es de decir, para indicar si una palabra se refiere a una sola idea, persona o cosa, o a varias.
Esta función puede realizarse de dos modos, con el plural o añadiendo cuantificadores, que son elementos que se añade al nombre para indicar la cantidad.
Es distinto si se dice la casa, con lo que se está refiriendo a una sola casa.
Si por el contrario/ se quieren expresar varias cosas o ideas se utilizan el plural o los cuantificadores: las casas o dos casas. En este caso la valencia principal sería el número.
En cuanto a los cuantificadores, palabras especiales que determinan el plural, se puede hacer una distinción clara: aquellos idiomas que los necesitan el cuantificador y el plural, como el inglés, el español, y aquellos idiomas que no necesitan añadir el plural, v.g: el húngaro, y el árabe clásico, además del euskera (etxe bi = dos casas; el nombre va en singular, mientras que en castellano el nombre va, necesariamente, en plural).
La cuantificación no se puede hacer igual con todas las entidades, por ejemplo, no se puede decir dos aguas o dos vinos, a no ser que se confunda el continente con el contenido y se esté refiriendo a un vaso de agua, etc. En inglés se expresa claramente con la distinción entre contables e incontables.
Se ha visto, hasta ahora, varias funciones lingüísticas que comunes a todos los idiomas del mundo, se realizan utilizando distintas soluciones próximas entre sí.
Todas las funciones descritas en este capítulo responden a una misma finalidad, determinan la estructura del discurso mediante mecanismos casi comunes colocan una serie de marcas que:
-identifican (artículo)
-relacionan (adjetivo y pronombre demostrativo)
-cualifican (adjetivos calificativos)
-cuantifican (plurales y términos cuantificadores)
LA ASIGNACIÓN (SEÑALIZACIÓN)
Se ha visto cómo los diferentes lenguajes determinan: con la identificación, la relación, la cualificación y la cuantificación. Ahora se debe examinar cómo se aporta mayor información en el discurso. Por ejemplo: esta radio.
Se ha determinado ya de un modo concreto a qué radio se está refiriendo, sin embargo, si se dice: esta radio está delante de mí, se ha asignado una cualidad o característica a la radio, ya se puede distinguirla con más facilidad de otras radios: porque se le ha asignado una localización, un lugar en el espacio, está delante de mí.
Su tabla de valencias sería la siguiente:
concepto +
localización | t |
género | c |
existencia | c |
número | c |
También puede variar según el contexto.
Esta función lingüística es la asignación, que consiste en predicar, decir, afirmar, algo de objetos ya determinados anteriormente en la estructura lingüística.
Este hombre está delante de la casa, se está localizando a un hombre determinado, asignándole una existencia. Si además se dice ESTE HOMBRE ESTA DELANTE DE MI CASA GRANDE. Se está añadiendo a las asignaciones anteriores una nueva, que consiste en atribuirle una cualidad (que es grande).
Esta función, la asignación, tiene una serie de subfunciones: la localización, la posesión, la existencia y la atribución.
Generalmente, la localización, se realiza por medio de los adverbios de lugar: los libros están encima de la balda.
Se ha localizado a los libros a los que se refiere asignándoles un lugar, mediante el adverbio de lugar. Su valencia principal es la localización, es decir concepto+acción+lugar.
LA POSESIÓN (PERSONAL Y LOCAL)
Una distinción importante en la función de la posesión es la que ha de hacerse entre posesión personal y local. En este sentido, el caso del euskara resulta particularmente ilustrativo, ya que para remarcar esta distinción se utilizan verbos diferentes que causan una primera confusión entre los estudiantes, v.g. Para el caso:
personal: belarri bi ditut
local: bi kapela dauzkat
En la posesión personal, cuando decimos kapela dut se refiere a mi sombrero con un matiz muy personal, sin embargo, cuando decimos kapela daukat nos referimos a un sombrero que puede no ser el mío, con un matiz más local (situacional). Por supuesto que el uso puede variar esta tendencia de la lengua.
LA PARTICIPACIÓN (ACTIVIDAD)
NOMINATIVIDAD Y ERGATIVIDAD
La siguiente función es la participación, que establece la inclusión, o la actividad en la acción a la que se refiere el discurso o la estructura lingüística, así como la forma de actuar de los distintos elementos y sus características dentro de ella. En un lenguaje es muy importante indicar quién o qué es el actuante (actor).
Y también indicar en qué relación se encuentra respecto a los demás, ya que si esto queda inconcreto o confuso la comunicación queda gravemente comprometida. Ya que no es lo mismo decir: Juan da a Pedro que Pedro da a Juan.
Sus dos subfunciones principales son:
-voz nominativa: transitividad e intransitividad.
-voz ergativa
a.- Voz nominativa
Generalmente se suele recordar como dos conceptos radicalmente opuestos y excluyentes la transitividad y la intransitividad del verbo cuando se estudiaba gramática según los preceptos tradicionales. No obstante, hace ya tiempo que no se consideran ni opuestos ni excluyentes. La actual concepción hace más hincapié en grados de transitividad e intransitividad.
La voz nominativa incluye tanto la transitividad como la intransitividad porque a pesar de las distinciones clásicas aquella depende del elemento con el cual estén relacionadas y al cual determinan. Así la mayor transitividad se dará cuando, en la estructura, una persona respecto a un elemento lo determine de tal modo que lo cambie de un modo notorio este cambio puede ser tanto local como temporal, como afectar a su propia estructura.
En el otro lado, es decir, en el de la intransitividad, la persona o el elemento que lleva la parte principal de la acción (ya sea un animal, una cosa u otros seres) no modifica, crea o determina de un modo notorio al objeto, ya que no le cambia ni su estructura, ni su estado, ya sea de un modo temporal o local. Sin embargo, en el extremo de menor transitividad, cuando se establece una estructura de verbo sin objeto, se puede observar que no se dan este tipo de modificaciones.
Aunque esta distinción posee matices, v.g. existen verbos transitivos que pueden funcionar de un modo intransitivo y a la inversa.
b.- Voz ergativa
La siguiente subfunción es la voz ergativa, que ha sido mal interpretada corrientemente por una infravaloración de la importancia de la ergatividad con respecto a la nominatividad. La interpretación clásica consideraba a la ergatividad como un estado «menos evolucionado» lingüísticamente que la nominatividad. Indudablemente las lenguas ergativas son más antiguas y daban mayor importancia lo qué se hacía sobre quién lo hacía, el Objeto- acción sobre el Actor, y en la actualidad se da mayor importancia al Actor que al Objeto Acción. La malinterpretación estaba basada en el hecho de que las lenguas ergativas son menos conocidas que las nominativas. Estas últimas centraron la atención de los lingüistas, que eran hablantes de lenguas nominativas y aplicaron sus esquemas al estudio de todas las lenguas.
En la voz Nominativa el Actor no va señalizado, el nominativo va sin señalizar, el acusativo y el dativo van señalizados. En definitiva, la identificación o marca del nominativo es que no lleva señal, o por su posición.
Si se toma un ejemplo del Euskara, para comparar los grados de transitividad:
Mikel Bilbon egongo da (Miguel estará en Bilbao)
Mikelek janaria egingo du (Miguel hará la comida)
Aunque parezca que existe una distinción, si se examina de un modo más detenido se puede observar que lo importante es establecer la posición sintáctica, es decir saber si nos encontramos ante una construcción Comentario Tema, o una Tema Comentario para evitar confusiones. Durante años los lingüistas han trazado una línea de división entre las lenguas ergativas-absolutivas y nominativas-acusativas.
La falta de transitividad que se da en las ergativas se debe a que el tema está en el objeto-verbo y no en el actor. Se da el caso del japonés que no tiene sujeto, es claro que no lo necesita.
En algunas lenguas existen ambas estructuras, v.g. el hindú, el nepalés, el georgiano…. Además, lo más importante es que, una lengua puede ser sintáctica o semánticamente ergativa sin serlo morfológicamente (es decir, sin tener las terminaciones que marcan la ergatividad, apareciendo ésta de un modo «velado»).
LA RELACIÓN
Esta función lingüística se encarga de establecer una relación entre las personas que protagonizan la comunicación con las circunstancias en que se producen. Resulta de gran importancia ya que si no se conoce de un modo eficaz a quién se está refiriendo, en qué momento se está o en qué lugar se encuentra, o en el contexto entonces la comunicación se vería gravemente comprometida, pudiendo convertirse en ineficaz.
Para relacionar el discurso con las personas se utiliza la relación personal, con ello se garantiza el conocimiento de las personas que intervienen, así como su papel dentro de él, del mismo modo para comunicar el lugar donde se realiza la estructura se utiliza la relación local, finalmente para indicar el tiempo en que se da la comunicación se hace uso de la relación temporal. Como se verá la explicitación clara de estas tres funciones es un objetivo prioritario de toda estructura lingüística, ya que si no las realiza adecuadamente resulta muy ineficiente. Además de todos estos, de hecho, existen: el aspecto, etc…
Estas funciones utilizan una serie de marcas que en el caso de la relación personal son los pronombres personales, además de la flexión personal del verbo. La relación local utiliza los pronombres y adjetivos demostrativos. Finalmente, la relación temporal utiliza los adverbios temporales y la conjugación verbal.
En la relación personal la primera sorpresa es la diversidad de personas que se encuentran al estudiar los pronombres personales. Esta diversidad no es tal, ya que puede ser reducida a dos elementos básicos o a lo sumo tres, en concreto las unidades mínimas serian «tu» y «yo». Para denotar una tercera persona en castellano «él», se está diciendo que es una persona existente y lejana. Las demás personas no son más que combinaciones posibles de estos tres elementos.
Su tabla de valencias sería:
concepto +
el
localización | t |
persona | c |
existencia | c |
En la relación local (situacional) lo que se quiere marcar son lugares y su relación respecto al sujeto que está realizando la estructura. Por lo tanto, según quién sea el polo de referencia se utiliza una marca u otra, en este caso los pronombres y adjetivos demostrativos, que indicaran la proximidad o lejanía respecto al protagonista.
En la relación temporal se intenta establecer una conexión entre el protagonista de la acción y el tiempo en que sucede dicha acción, en breves palabras, se intenta marcar el desarrollo temporal del discurso.
LA PERTINENCIA O COMPROBACIÓN
La pertinencia o comprobación es la función que se encarga de conectar el discurso con un conocimiento previo. Conecta algo que ya se conoce con las aportaciones que se pueden recibir mediante una nueva comunicación lingüística y así obtener más información. Si estas dos partes estuvieran desconectadas no se recibiría ningún tipo de información, o sería ésta errónea si esa nueva información no se apoya en algo conocido para nosotros no pertinente o comprobado y no significará nada para nosotros, v.g. si no se nada de álgebra y nos presentan una simple ecuación como » x+1 =3 » se será incapaz de entenderla y mucho menos de resolverla.
Del mismo modo/ en los lenguajes sucede algo semejante, ya que se puede entender el lenguaje o el código lingüístico, pero no ciertos mensajes. Por otro lado, nmnfgjkvgj puede no significar nada, sin embargo, tener sentido en el contexto determinado en que esta combinación posea un significado previamente establecido, es decir que sea decodificable, y, por lo tanto, pertinente en dichas circunstancias comunicativas. Del mismo modo, si la información que se recibe no se conecta con el anterior conocimiento no se recibirá ninguna nueva información. Así, v.g., si no se está formado en un campo de investigación y se recibe una información especializada, será capaz de reconocer los sonidos e incluso reproducirlos sin embargo no se comprenderá lo qué se quiere decir.
En un contexto mucho más familiar si, al principio de una conversación el interlocutor nos nombra a Juan, un nombre común, sin otras indicaciones, referencias o determinaciones no se sabrá a qué Juan se está refiriendo. Para salir de la confusión nos obliga a preguntarle a qué Juan se refiere, es decir, que nos determine, asigne, relacione a ese Juan con el tema de la conversación anterior.
Existen pues, dos elementos en el proceso de comunicación
– el elemento que constituye nuestro conocimiento anterior,
– el elemento que representa lo desconocido que aporta el mensaje y que rápidamente queda asimilado a nuestro conocimiento anterior.
Estos elementos se pueden denominar tema y comentario, respectivamente.
El comentario es la parte que indica lo nuevo que aporta el discurso, sin embargo, esto no es del todo cierto, la novedad surge de la interacción entre los dos elementos, el tema y el comentario. El uno sin el otro no serían capaces de estructurar una comunicación pertinente (coherente). V.g. Si en una conversación se comenta al interlocutor Juan ha dado un libro y él sabe a qué Juan se refiere el mensaje, Juan sería el tema y ha dado un libro sería el comentario. El comentario ha dado supone nueva información sólo si interacciona con el tema. Con otras palabras, el comentario ha dado, sólo aportaría muy poca información, necesita el tema, el conocimiento previo, para ser pertinente.
La realización de la pertinencia es posible mediante los siguientes métodos:
– la negación
– identificación (mediante la interrogación absoluta o relativa)
– la resaltación
– y la más importante de todas: el contexto
Las tres primeras, y otras menos importantes, pertenecen a lo que podríamos denominar pertinencias finitas, porque son limitadas, fácilmente identificables y definibles.
El contexto, por el contrario, pertenece a lo que podríamos denominar pertenencia infinita, porque es ilimitadas, difícilmente identificable, e indefinibles, es imposible conocer sus límites.
LA NEGACIÓN
Si se pregunta se hace cuando se una estructura, se ha de constatar que lo que se hace no es que afirmar que lo dicho en el comentario no guarda relación con la información contenida en el tema. Si se dice Los hombres no son altos se está diciendo que la altura es una propiedad que no puede ser aplicada a dichos hombres.
Esta negación puede ser realizada de diversas maneras: mediante un verbo negativo, mediante una partícula negativa (español: Yo no veo), o añadiéndole una partícula auxiliar (como en el caso del inglés: I do not see; y del francés: Je ne vois pas).
IDENTIFICACIÓN
Dicha identificación se realiza mediante la interrogación que puede ser de dos tipos:
– absoluta
– relativa
La interrogación absoluta afecta a toda la oración y se realiza, en los diferentes idiomas, por medio de la entonación o el orden de las palabras o por medio de partículas. El inglés y el español utilizan el cambio de orden (Lidia se ha casado- Se ha casado Lidia?; y en Inglés: Lidia has married- Has Lidia married?), el chino utiliza la partícula «ma «, normalmente. El Euskara utiliza ambos métodos, por un lado utiliza la posición de las palabras y por otro utiliza la partícula «al».
La interrogación relativa se utiliza para resaltar el elemento de la estructura que se quiere que sea resaltado. Esta indicación se hace generalmente con los pronombres interrogativos.
LA RESALTACIÓN
Es interesante indicar que, además de la negación del comentario y la interrogación se pueden utilizar técnicas de resaltación, que permitan marcar de una forma concreta que es lo que se quiere poner de relieve. De este modo, se consigue resaltar (enfatizar) una palabra o una parte de la oración sin establecer cambios en la estructura. Hay lenguas que al resaltar cambian la estructura de la frase.