Sin ánimo de ser exhaustivos, la lista de valencias o funciones lingüísticas sería:
Identificación
Existencia
Acción
Temporalidad
Persona
Número
Género
actividad personal: transitividad
caso
circunstancias personales y locales
Aspecto
Actividad
Causalidad
Determinación
Cualificación
Animación
Finitud
Localización
Relación
Concrección
Abstracción
Relatividad
Cuantificación
Afirmación
Negación
Interrogación
Posesión
Resaltación
CONTEXTO
Todas ellas pueden presentarse en diferentes grados y estados. Así, por ejemplo, la temporalidad: presente, pasado, futuro, habitual, perfecto, imperfecto, etc.… el género: masculino, femenino, neutro, en algunas lenguas africanas puede haber más de siete géneros.
Es por ello que preferimos hablar de palabras llenas, ya que cualquier palabra o categoría lingüística, por insignificante que parezca, aporta gran cantidad de información, v.g, la partícula «te» puede aportarnos gran cantidad de información si la analizamos rigurosamente. Así, «te» nos dice que es «a tu», es decir, en ella se da una posesión local, es dativo, cercano, singular etc…
Su tabla de valencias sería:
concepto +
te
caso dativo: a | t |
persona: segunda | c |
género: depende del contexto | c |
número: singular | c |
Mio pudiera estar desglosado en «yo de» una palabra llena «mio» está compuesta de «yo» existencia, personal, género, número, y «de» genitivo personal, en conjunto «mío» sería como en el caso del japonés «yo de», es decir, un genitivo personal, existencia, género, número, persona, dicho en dos palabras.
En todas las categorías lingüísticas se puede establecer este análisis, llegando a una descomposición en la cual una de las valencias, o flexiones o funciones, adquiere el carácter principal y las otras un carácter secundario, reapareciendo de nuevo el binomio clásico, tema-comentario.
Generalmente cada categoría lingüística se suele caracterizar por una valencia determinada, y una serie de secundarias, que establecen una jerarquía de comentarios.
Así, por ejemplo:
concepto +
existencia = nombre
cualidad = adjetivo
acción = verbo
modo = adverbio
Es decir, un nombre es la interacción dinámica de un concepto y la valencia de la existencia (que actúa como comentario) y múltiples comentarios (las otras valencias que pueden estar o no estar presentes).
Por ejemplo: casa, tiene una existencia, un número, género, determinación, animación, finitud, etc. Todo ello se puede representar del siguiente modo:
concepto +
existencia | T |
persona | C |
número | C |
género | C |
animación | C |
En un contexto determinado, la jerarquía de comentarios será distinta que, en otro contexto, en el que puede primar más el número o la concrección o la determinación, e incluso en casos particulares hacer que existan dos temas o que incluso la valencia principal pasara a secundaria, convirtiéndose en un comentario.
En cuanto a el verbo puede poseer valencias o flexiones infinitas que le caractericen, aunque su valencia principal es la acción.
Sin embargo, ahora nos interesa destacar dos: el caso y el aspecto.
En cuanto el aspecto, nos indica si una acción se está realizando (Aspecto imperfectivo) o se ha realizado ya (Aspecto perfectivo).
En cuanto al caso, nos va a servir para distinguir dentro de esta valencia una serie de grados (no se olvide que en todas las valencias se pueden dar infinitos grados). En concreto en el verbo, podemos hablar de cuatro, según sean los actores de la acción:
– Sin actor: caso impersonal, v.g llueve
– Con actor: caso intransitivo, v.g corro
– Con actor y objeto: caso transitivo, v.g. vendo un coche
– Con actor, objeto directo y objeto indirecto: doble transitividad. vendo un coche a Pedro.
Una vez conocida esta interacción entre el binomio básico: tema-comentario y las categorías lingüísticas y sus valencias, podemos explicar las funciones lingüísticas, someramente, y como son realizadas por medio de estas categorías en virtud de su valencia principal.
Un verbo puede estar sujeto al siguiente análisis: